Hay historias que permanecen inmutables, encerradas en un libro. Otras viajan de aldea en aldea, por los caminos, y crecen según quién las cuente.
Hay historias capaces de romper candados y puertas. Como la de Jimena. Vivía encerrada hasta que el buhonero llamó a su puerta. Y le regaló un cuento y una vela a cambio de unas monedas.
Luego vinieron más cuentos…