En vísperas de Navidad, Caleb da una sorpresa a Cloe y, durante una cena de amigos, se comprometen de la forma más tierna y romántica que todos hayan visto alguna vez. Los novios se convierten para los demás, de la noche a la mañana, en dos alienígenas que viven en su propio universo de encajes, flores y decoraciones vintage.
Por primera vez desde que se conocen, Nel siente envidia de la felicidad de Cloe. Quizá su vida no le gusta tanto como creía. A pesar de tener un trabajo que le apasiona y una vida social más que activa, su vida sentimental está vacía como nunca. Nadie la espera en casa, nadie le cuenta qué tal le fue el día mientras cenan, no tiene a nadie para discutir por el mando de la televisión, ni para refugiarse bajo una manta en el sofá los domingos de lluvia. Odia esa sensación de vacío, esa casa ordenada y esa vida perfecta y solitaria dedicada en cuerpo y alma al trabajo.
Mientras siente cómo poco a poco va perdiendo a su mejor amiga, se da cuenta de que quizá no sea tan mala idea arriesgarse a amar, aun a riesgo de desenmascararse y demostrar su torpeza en el amor.
Lo que no sabe es que, cuando menos te lo esperas, la vida te proporciona experiencias que hacen que tu corazón esté más vivo que nunca.