Los Refugios de Piedra, el tan esperado quinto título de la serie Los hijos de la Tierra , comienza justo en el mismo punto en el que los lectores despidieron a los dos protagonistas en Las llanuras del transito.
Nuestra protagonista Ayla y su compañero Jondalar llegan hasta el Valle de la Dordoña francesa, tierra donde habita la tribu de la familia de Jondalar, los Zelandonii, que en un principio se muestran bastante distantes hacia Ayla, con su extraño acento, sus caballos y su lobo domesticado.
Jean M. Auel en esta ocasión, nos describe perfectamente las costumbres del poblado,- las diferentes ceremonias, su manera de cocinar, cazar, las pinturas en las cuevas, etc.- y pone el acento en el descubrimiento y coexistencia de distintas formas de vida. Ayla se va poco a poco integrando en el Clan de Jondalar, aprende muy pronto sus costumbres a las que les aporta sus conocimientos – el fuego de piedra, el porta lanzas, etc.- y se gana el respeto rápidamente gracias a sus habilidades curativas. El amor entre Ayla y Jondalar sigue creciendo y consolidándose, seremos testigos de su boda y del nacimiento de un hijo de la pareja.